El Burgo de Osma - Ciudad de Osma


Localización

Con este prolijo topónimo "El Burgo de Osma - Ciudad de Osma" se denomina hoy la aglomeración urbana en que ha derivado la antigua Uxama, origen de la medieval Osma y de su «burgo» o arrabal.

En el Cerro Castro (lugar desde el que están tomadas las fotos que ilustran el presente texto) se halla el yacimiento arqueológico de Uxama-Argaela. Sobre este promontorio de la margen derecha del río Ucero se asentó la primitiva población arévaca que pasó luego a ser importante ciudad romana, como lo fueron en la región Termancia (Tiermes) o Numancia. Debió su prosperidad a su ubicación en la calzada que unía Asturica Augusta (Astorga) y Caesaraugusta (Zaragoza) y a su buena comunicación con Clunia, Medinaceli y Segovia. Ya desde tiempos celtíberos estuvo cercada para su mejor defensa, habiendo participado en las Guerras Celtibéricas de mediados del siglo II a.C. Cuando en ese mismo siglo pasó a poder de los romanos, éstos rehicieron la ciudad y la dotaron de una nueva muralla defensiva, además de llevar a cabo obras de infraestructura entre las que es de mencionar la conducción de agua desde el nacimiento del río Ucero, a más de 18 km. de la población, por medio de una galería transitable de la que se conserva un primer tramo en los aledaños del pueblo de Ucero. En las Guerras Sertorianas que enfrentaron a Quinto Sertorio, pretor a la sazón de la Hispania Citerior, con Lucio C. Sila, Uxama se alineó con el primero. A la par que Clunia y Calagurris (Calahorra) fue la última ciudad en sucumbir a las legiones de Pompeyo en el año 72 a.C., lo que le costó su destrucción. Fue reconstruida poco tiempo después.

Durante el periodo visigodo, ahora con la denominación de Oxoma u Osoma, se mantuvo el emplazamiento y una cierta relevancia de la ciudad, al menos en lo eclesiástico, que llegó a erigirse en sede episcopal en fecha no determinada pero anterior a 597, año en el que, según consta documentalmente, su obispo, Juan, asiste en Toledo al Concilio doce de Recaredo. Pocas noticias más se tienen de aquella época, como no sean las que aportan algunos enterramientos hallados, ni se han conservado vestigios del que pudiera haber sido su templo-catedral (ver Catedral de El Burgo de Osma).

Con la invasión sarracena, la ciudad que los musulmanes dieron en llamar Waxsima se fue despoblando. Paulatinamente, quienes habían permanecido en ella fueron abandonando el cerro y migrando hacia las zonas bajas. Se fue formando así en la llanura una nueva aglomeración urbana germen de la Osma bajomedieval y actual. La cima, privada de su carácter habitacional, se utilizó con fines militares. Aprovechando un baluarte de la muralla romana, los árabes levantaron allí en el siglo X una torre vigía que, en coordinación con otras varias esparcidas por el entorno y actuando como elementos auxiliares de la gran fortaleza de Gormaz, servían para la defensa de la línea fronteriza entre los reinos cristianos del norte y los territorios agarenos del sur. Precisamente por su enclave en la frontera del Duero al igual que la población de San Esteban de Gormaz, Osma sufrió los mismos avatares que ésta en los continuos enfrentamientos entre moros y cristianos, cambiando de unas a otras manos con extremada frecuencia. Vale, pues, decir aquí lo mismo que se ha enunciado en la página dedicada a la vecina localidad de San Esteban de Gormaz.

Tras la ocupación árabe de casi toda la Península Ibérica en el primer cuarto del siglo VIII pronto se inició la resistencia astur bajo el caudillaje de Don Pelayo. Su segundo sucesor en el trono del incipiente reino, Alfonso I, se vio favorecido por las tensiones internas de los invasores musulmanes y, en particular, por la sublevación de los berberiscos que se desplazaron hacia tierras andaluzas abandonando los territorios del norte, coyuntura que aprovechó el monarca asturiano para incorporar Galicia a sus dominios y llevar a cabo sus campañas militares con incursiones incluso más allá del Duero. Las crónicas de estas correrías (753-756) mencionan a Osma y otras poblaciones más meridionales entre los lugares transitados por las huestes alfonsíes. No puede decirse con propiedad que conquistó todas aquellas plazas entre Coimbra, por el oeste, y Guadalajara, por el este, que el cronista Sebastián relaciona, pues no se consolidó la toma con guarniciones permanentes ni con repoblaciones cristianas; únicamente las expolió dejando yerma (Eremavit campos, dice el Albeldense) y despoblada toda la franja entre la Cordillera Cantábrica y el Duero, dando lugar al llamado «desierto del Duero».

El monarca asturiano Alfonso III el Magno expandió su reino hasta el Duero con las repoblaciones de Zamora, Simancas y Toro, por un lado, y las de Burgos y Oviema, por otro. Se llevaron a cabo éstas últimas por el conde castellano Diego en los años 882 y 884 respectivamente, según detallan algunos cronicones así como los Anales Complutenses y los Anales Compostelanos. No se hace referencia en ninguno de ellos a Osma, cuya repoblación se demoró algunos años más, hasta 912, reinando ya García con sede en León. En efecto, los Anales Castellanos Primeros precisan que «In era DCCCCL populaverunt commites Monnio Nunniz Rauda et Gondesalbo Telliz Hocsuma et Gundesalbo Fredenandiz Aza et Clunia et Sancti Stefani iusta fluvius Doyri», es decir, que en la era 950 (año 912) poblaron los condes Nuño Núñez, Roda; Gonzalo Téllez, Osma; y Gonzalo Fernández, Aza, Clunia y San Esteban junto al río Duero. Quedaba establecida así la frontera del Duero que leoneses y castellanos habrían de defender porfiadamente durante todo el siglo X.

Para resarcirse de la humillante derrota sufrida en 917 en San Esteban de Gormaz, Abderrahmán III, comandando personalmente su ejército, se apodera en 920 sin demasiado esfuerzo de Osma, la fortaleza de Alcubilla, Clunia y San Esteban de Gormaz. En 933 reina en León Ramiro II. Fernán González le pone sobre aviso de los movimientos de los ejércitos del califa en la frontera; el monarca leonés sale a su encuentro y, contando con la intervención del conde castellano, derrota a los musulmanes en las proximidades de Osma. Al año siguiente Abderrahmán III vuelve a Osma, en cuya fortaleza se guarnecen las tropas de Ramiro II, quien rehúsa salir de ella y dar batalla al califa. Abderrahmán abandona el asedio y prosigue su razia por tierras de Burgos. Hacia 963, en una incursión por las tierras durenses castellanas, el califa Alhaquem II se apodera de San Esteban de Gormaz y, muy probablemente, también de la plaza fuerte de Osma. En algún momento indeterminado sobre el que los datos históricos de que se dispone no dan detalle, pero comprendido en todo caso entre la anterior fecha de 963 y la de 995 en que se volvió a perder el bastión oxomense, éste fue reconquistado por los cristianos. Se sabe que el conde Garci Fernández, hijo y sucesor de Fernán González, asedió el castillo de Deza en posesión de los Bani Tauril y derrotó en Alborea a uno de ellos que además encontró la muerte en la batalla. Esto ocurría en 974. Al año siguiente, auxiliado por los leoneses y por el navarro Sancho Garcés II, según lo cuenta Abenházam (Ibn Hazm), puso cerco a la fortaleza de Gormaz, cerco que las tropas del general Gálib no pudieron quebrar inicialmente, habiendo de desistir y volver a Barahona. Estas acciones militares del conde castellano por la zona del Duero hacen pensar que Osma estaba por aquellas fechas en su poder. Lo cierto es que el hijo rebelde de Almanzor, Abd Allah, estuvo acogido a la protección de Garci Fernández allá por 989. Almanzor no se lo perdonó y ese mismo año le arrebató Osma y Alcoba y, aunque el conde quiso pactar la paz, el cordobés incitó contra él a su propio hijo, Sancho García, quien se alzó contra su padre en 994 y propició que el líder musulmán derrotara al castellano en 995 en las proximidades de Alcozar y se apoderara de Clunia y de San Esteban de Gormaz.

Desaparecido Almanzor en 1002 el califato cordobés entra en crisis. Es ahora el conde castellano quien dirime los conflictos internos entre facciones musulmanas y a quien las partes en pugna buscan y sobornan en su favor. Sancho García presta su apoyo a los bereberes y logra entronizar en Córdoba a Sulayman, quien promete entregar, entre otras, las fortalezas de San Esteban de Gormaz, Clunia, Osma y Gormaz. La entrega no se pudo efectuar de inmediato pues las plazas objeto de pago estaban en poder de Guadih, su oponente. La amenaza de Sancho de otorgar ayuda incondicional a Sulayman hizo recapacitar a Guadih, quien en agosto de 1010 puso en manos del conde las ciudades y fortalezas en cuestión.

El castillo cuyos restos aún perduran en el promontorio que se yergue frente a Uxama, al otro lado del río Ucero, protegido por las defensas naturales de este río y del Abión, tiene un origen temporalmente incierto, siendo lo más probable que provenga del siglo X. Si bien la historia hace alusión a Osma como una de las plazas fuertes que el asturiano Alfonso I arrebató a los árabes hacia 753-756, no necesariamente se ha de concluir que ya existía el castillo como tal, pues Uxama siempre había sido una población fortificada en sus etapas premusulmanas. Como antes se ha dicho, en 912 el conde Gonzalo Téllez llevó a cabo la repoblación de Osma y, quizás, trataría de asegurar la estabilidad del lugar con la construcción de una fortaleza. En todo caso, durante el siglo X cambió de dueño varias veces la plaza oxomense lo que hace pensar que tanto moros como cristianos se aplicasen durante los periodos de su pertenencia a la construcción y mejora del castillo y sus recintos amurallados. Del primero de éstos, el interior, se conservan suficientes restos como para definir su trazado y composición, en la que hay que incluir dos torres, de las que una sería la del Homenaje, y muros de mampostería bien concertada en los que se abre una puerta de acceso cuyo vano pudo estar rematado por un arco de herradura. Muy poco queda del segundo recinto y algo más del tercero al que pertenece la llamada Torre del Agua levantada junto al río y diseñada para facilitar la toma de agua. El tercer recinto amurallado, y en particular la Torre del Agua y el puente que frente a ella franquea el río Ucero, son las construcciones más recientes, probablemente del siglo XIII.

Es anécdota frecuentemente repetida que Fernando el Católico, de paso por Osma en 1469 en su camino hacia Valladolid para contraer secretas nupcias con Isabel I de Castilla, pernoctó en el castillo con su exiguo séquito. Un guardián que no le reconoció bajo su simulado disfraz de mercader estuvo a punto de atravesarlo con un dardo de su ballesta afortunadamente errado.

Aunque Osma permaneció en poder de los cristianos a partir de 1010-1011 de forma ininterrumpida, no fue hasta 1088 cuando se produjo su afianzamiento y total repoblación debida a Alfonso VI, una vez que éste hubiera conquistado Toledo tres años antes y que con ello el Duero abandonase definitivamente su condición de frontera. Aún hubieron de transcurrir algunos años más para que la restauración de la diócesis de Osma se hiciese efectiva con la llegada del primer titular de esta nueva era episcopal: Pedro de Bourges, luego san Pedro de Osma, que ocupó la sede entre 1101 y 1109. A él parece que se le debe la construcción de la primitiva catedral románica levantada en el lugar que ocupaba un antiguo monasterio benedictino dedicado a San Miguel en el arrabal o burgo de la ciudad, en la margen izquierda del río Ucero. El nuevo emplazamiento catedralicio supuso el auge de El Burgo de Osma y el decaimiento de la histórica ciudad, girando todo a partir de este momento en torno al floreciente obispado y a su sede burguense. El proceso se culminó en 1170, cuando Alfonso VIII otorgó privilegio real a favor de El Burgo de Osma por el que la villa obtenía independencia jurisdiccional con respecto a Osma.

Hasta que a finales del siglo XV El Burgo de Osma fue señoreado por Los duques de Uceda y Frías por designación de Isabel la Católica, la villa perteneció a los obispos de la diócesis. A uno de ellos, al belicoso Pedro de Montoya, se debe la construcción en 1458 de las murallas de la población, algunos de cuyos lienzos, debidamente restaurados, lucen a lo largo de la ribera del río Ucero. Obras posteriores, de épocas que trascienden el ámbito temporal y estilístico al que está dedicado este sitio web, son la Universidad de Santa Catalina, con su portada plateresca de mediados del siglo XVI; el Hospital de San Agustín, edificio barroco de los años 1694-1699; el Hospicio, construcción neoclásica de finales del siglo XVIII; y el Seminario diocesano, de igual tendencia artística y fecha que la obra anterior.

El Burgo de Osma fue declarada Villa de interés turístico en 1962.

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