Zamora - Santa María de la Horta


Localización | La planta | El ábside | Las fachadas

La iglesia de Santa María de la Horta de Zamora debió erigirse a comienzos de la segunda mitad del siglo XII, probablemente hacia 1163, por los Caballeros Hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén. Es seguro que estaba construida en 1212 según se acredita en un documento foral expedido por dicho instituto religioso.

Se mantuvo en manos de los Hospitalarios de San Juan como casa matriz de la Orden hasta 1535. A partir de esta fecha se hizo cargo del templo y sus anejas instalaciones la rama femenina de la Orden, que hubo de abandonarlo con motivo de la exclaustración de 1837. Las dependencias monásticas que en torno a un claustro se ubicaban al costado norte del templo fueron utilizadas luego, con las adaptaciones oportunas, por la industria eléctrica y la del alcohol, a lo que se debe la chimenea que como reliquia de ese pasado próximo se alza todavía en sus inmediaciones.

Localización


Coordenadas UTM (Datum ETRS89 y WGS84)
  • Huso:30T; X=270.928; Y=4.598.064
Cartografía

La planta


El actual edificio es el resultado de varias etapas constructivas. En origen se levantó la nave principal de tres tramos y la cabecera constituida por presbiterio y ábside semicircular. Poseía triple acceso: por el norte para comunicación con el monasterio (hoy cegado), por el oeste mediante portada centrada en el eje longitudinal de la iglesia, y por el sur a través del hueco abierto en el paño del tramo intermedio. Finalizada esta obra y sin solución de continuidad, ya en el siglo XIII, se acopló la torre al paramento occidental. Para mantener el acceso por ese extremo la planta baja de la torre es diáfana y comunica con el exterior por una portada enfrentada a la primitiva, formando un pórtico que prolonga la nave. En el lateral norte de la torre un cuerpo de una sola planta acoge la escalera de subida a ésta. Todavía después, pero siempre en época y estilo románicos, se añadieron a la fachada meridional varios espacios dispuestos con apariencia externa de una segunda nave, si bien la compartimentación interior no le confiere ese carácter. Al igual que había sucedido con la portada occidental cuando se adosó la torre, también aquí hubo de repetirse al exterior la portada que ahora quedaba sin su auténtica función, originándose entre ambas un pórtico cerrado.

El ábside


De trazado en hemiciclo, se encuentra dividido verticalmente en su paramento exterior por cuatro columnas de media caña que definen cinco calles de desigual anchura. Las extremas, de menor desarrollo perimetral, son ciegas, mientras que en las otras tres, más anchas, se abren sendas ventanas de aspillera. Bajo dichas ventanas circunda el ábside una imposta que abarca los fustes de las semicolumnas y se compone de doble caveto y bocel intermedio. A nivel del apoyo de los arcos de las ventanas, otra imposta corre por los machones que éstas delimitan y por los derrames de las mismas, interrumpiéndose en los vanos; es de lista superior, bocel intermedio y caveto inferior. Un rasgo insólito de los fustes de las semicolumnas es que no presentan continuidad vertical en todo su desarrollo; el muro que envuelve el cuerpo superior del ábside es de menor espesor que el de los inferiores, produciéndose un escalón por retranqueo que lo acusan también las medias columnas.
La cornisa del ábside está formada por arquillos trilobulados que apoyan sobre modillones en forma de pirámides invertidas, en lo que guarda similitud con la de la Colegiata de Santa María la Mayor de Toro. Las columnas adosadas cortan la cornisa y llegan hasta el alero al que dan soporte con sus pequeños capiteles. Son estos de hojas vegetales y frutos pomáceos.
Las ventanas absidales son de alta y estrecha abertura, en aspillera, con marcado derrame no sólo lateral y de base sino también en el arco. Está formado éste por un grueso bocel que por debajo de la imposta se prolonga verticalmente por la arista de las jambas a modo de dos fustes de columnas carentes de capiteles suplidos por la propia imposta. El arco esboza un ligero apuntamiento.

Las fachadas


Fachada meridional

Ya se ha dicho al describir la planta que el frente meridional presenta una fachada superpuesta a la primitiva, la que correspondería al muro de esta misma orientación de la nave única original.

Se ha formado por la adición de varios cuerpos, uno de menor altura al costado del presbiterio que cumple funciones de sacristía, y otros tres algo más homogéneos entre sí que aparentan ser una nave lateral. Todo este conjunto, bastante más bajo que la nave propiamente dicha, deja que aparezca aquélla por encima de su cumbrera y permite la apertura en ella de huecos de iluminación. El aspecto global, debido a estos desiguales elementos añadidos y a los abundantes y marcados contrafuertes, es rudo y fragmentado, sin continuidad en los paños ni en las líneas.

La portada meridional exterior -que como se ha indicado no da acceso directo a la nave sino a un espacio de transición o pórtico en el que coexiste enfrentada la otra portada más antigua- está formada por una arco de medio punto de cuádruple arquivolta sin más ornato que una sucesión de baquetones y escocias, más una nacela exterior que hace de chambrana. La arquivolta interior descansa sobre las jambas y las otras tres sobre columnas acodilladas, con interposición en todo caso de una gruesa imposta que engloba los cimacios de los capiteles. Las columnas se alzan sobre altos podios prismáticos lisos.
De los capiteles del lado izquierdo, los dos de los extremos repiten el mismo tema: un rostro humano central es mordido por dos animales dragontinos con cuerpo de ave y grandes fauces que se disponen simétricamente en una y otra cara del capitel; el del centro muestra un doble orden de hojas de acanto.
De los del lado derecho de la portada, sólo el capitel externo es figurativo. Representa una arpía contorsionada de forma que muestra el cuerpo de lado y la cabeza totalmente de frente como si no perteneciese al mismo quimérico animal. Su tortuoso cuello queda atenazado por un vástago vegetal. Los otros dos capiteles se adornan con motivos vegetales, uno con hojas y el otro con tallos.
En el paramento meridional de la sacristía se abre esta ventana de hechura románica compuesta por un arco de medio punto de cuatro dovelas lisas sin decoración, una imposta que recorre todo el lienzo entre contrafuertes y que engloba los cimacios de los capiteles, y dos robustas columnas de capiteles vegetales alzadas sobre podios. El hueco está perforado en su totalidad a excepción de un pequeño tímpano. Aunque no forma parte de la fachada meridional es de indicar que en el testero de este cuerpo existe otra ventana de similar factura, de columnas algo más esbeltas, vano de aspillera y capiteles también vegetales pero cuyos cimacios no se prolongan en imposta alguna. El alerolo forma una moldura similar a la de la imposta asentada sobre modillones piramidales invertidos como los del ábside, con la singularidad de que uno de ellos -el que se muestra aquí- representa una cabeza humana.

Fachada septentrional

Esta fachada, de marcados contrafuertes y casi ciega, tuvo una portada (ver aquí) de comunicación entre la iglesia y el claustro que se cerró más tarde y de la que sólo quedan vestigios. Puede apreciarse la forma apuntada de su arco indicativa de que dicha portada no es coetánea de la nave sino posterior. En el muro del primer tramo se abre una ventana (ver aquí) de aspillera de arco baquetonado apoyando sobre esbeltas columnas de capiteles de ornamentación vegetal. La chambrana y los cimacios muestran el maltrato ha que ha sido sometida esta fachada por la acción industrial.
Todo este lienzo septentrional ostenta una cornisa (ver aquí) similar a la del resto de la nave de arquillos trilobulados cuyo lóbulo central alberga un rosetón, una poma u otros elementos vegetales. Están sustentados estos arcos por modillones piramidales invertidos como sucede en todos los aleros de este templo.

Fachada occidental

La torre es el elemento más significativo de la fachada oeste. Como ya se ha dicho al describir la planta, la torre se erigió a principios del siglo XIII, una vez concluida la nave que contaba con una de las portadas en este hastial occidental. Se evitó la pérdida de este acceso dejando diáfano todo el espacio inferior y abriendo una nueva portada frente a la primitiva, de forma que la planta baja viene a constituir un espacio cerrado a modo de nártex. Del lado izquierdo de este pórtico arranca una escalera interior que conduce a la planta inmediatamente superior, lugar que sirvió de archivo documental de la orden hospitalaria de San Juan hasta el siglo XIX, momento en que sus fondos fueron trasladados al Archivo de Simancas.

El cuerpo cimero de la torre, el que debería albergar las inexistentes campanas, ha desaparecido casi por completo, salvo los arranques de los machones, y se ha rematado recientemente con la cubierta que hoy lo proteje.

La portada que se abre en el muro oeste de la torre es de una enorme simplicidad: un doble arco de medio punto, de dovelas lisas sin ningún tipo de decoración, apoyando en las jambas también lisas y desnudas de cualquier ornamento. No existen columnas ni capiteles; sólo una breve imposta de estilo zamorano formada por un listel y una escocia, y una chambrana de igual diseño.
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