Zamora - San Pedro y San Ildefonso


Localización | La planta | La fachada meridional | Otros aspectos

La iglesia románica de San Pedro y San Ildefonso de Zamora debió ser edificada en la primera mitad del siglo XII pues ya aparece citada en algún documento en 1154. A la primitiva advocación de San Pedro se le añadió luego la de San Ildefonso cuando en 1260 se hallaron sus restos y se trasladaron a esta iglesia en la que se encuentra su sepultura en unión a la de San Atilano, primer obispo de Zamora en 901 y patrón de su diócesis.

Este templo tiene el rango de iglesia arciprestal según bula concedida por el papa Julio II en 1506.

Localización


Coordenadas UTM (Datum ETRS89 y WGS84)
  • Huso:30T; X=270.380; Y=4.597.966
Cartografía

La planta


Como sucedió con otras iglesias zamoranas (San Juan de Puerta Nueva, San Cipriano, Santo Tomé, ...) la de San Pedro y San Ildefonso tuvo en origen tres naves con cabecera tripartita, en este caso de ábside en hemiciclo. En los últimos años del siglo XV se llevó a efecto una reforma en profundidad del interior agrupando las tres naves en una sola. A tal efecto se levantaron dos grandes arcos transversales que soportan bóvedas de crucería góticas. En la segunda mitad del siglo XVII se anexionaron a la cabecera algunos espacios perdiéndose en esa actuación el absidiolo de la izquierda y conservándose el de la derecha pero oculto al exterior por la sacristía. La portada septentrional se añadió hacia 1795 en el lugar donde antes existía una primitiva románica. Algo antes, en 1720, se había abierto otra portada en la fachada occidental. A los pies de la iglesia, en posición angular, se alza una torre campanera.

La fachada meridional


La fachada meridional es la que mejor conserva su original hechura románica, aunque sólo en su parte inferior pues fue remontada en época tardogótica. El segundo tramo, el que alberga la portada, está enmarcado por dos robustos contrafuertes que cumplían eficazmente su misión estructural cuando la nave era de menor altura, pero cuando ésta se incrementó hubieron de ser complementados por sendos arbotantes añadidos en 1721. El tramo tercero (ver detalle) presenta una abertura de aspillera en la parte superior de la antigua fábrica románica, justo por debajo del alero del que sólo quedan restos de algunos de sus canecillos. También se abren en este tramo dos arcosolios funerarios.
Un elemento a destacar en esta fachada es el conjunto de cuatro seudoventanas o ventanas ciegas dispuestas en el paramento exterior del primer tramo. Consta cada una de un arco de medio punto de tres dovelas que descansa sobre columnillas con capiteles de hojas carnosas y cimacios de breve espesor moldurados mediante fino listel y nacela. Bajo el arco de la derecha entre sus dos capiteles (ver detalle) se muestra un rosetón hexafoliado, careciendo de adorno el fondo de los otros tres arcos.
La portada que se abre en el segundo tramo de la fachada meridional debió ser, a juzgar por su riqueza ornamental y su gran similitud con la portada del hastial meridional del transepto de la catedral (la Puerta del Obispo), la principal de las dos con que contaba en origen, no obstante lo cual hace mucho tiempo que este acceso quedó fuera de uso encontrándose ahora su umbral muy por encima de la rasante de la calle. Consta de un arco de medio punto con cuatro arquivoltas y chambrana. La arquivolta interior descansa sobre las jambas de la puerta, mientras que las otras tres lo hacen sobre columnillas acodilladas. Están formadas estas arquivoltas por lóbulos que se cierran sobre sí mismos o, visto de otra forma, por rollos tangentes entre los que se abren unas oquedades circulares que no llegan a perforar las dovelas.
En este detalle se aprecia lo dicho antes sobre el formato de las arquivoltas. También puede observarse la molduración de la chambrana, idéntica a la de los cimacios, consistente en un listel, una escocia y un bocel. Los capiteles, al igual que los ya vistos en las ventanas ciegas del primer tramo, se adornan con hojas carnosas o pencas dispuestas aquí en un doble orden. Las jambas se rematan también con su propio capitel cuya sección se adapta a la de la pilastra y es en lo que difiere de los de las columnillas.

Otros aspectos


De la primitiva cabecera del templo se ha perdido el ábside de la izquierda, el de la derecha ha quedado englobado en la sacristía, y el central está semioculto al exterior por las edificaciones añadidas. El observador que se sitúe a nivel de calle sólo podrá ver la pequeña porción que se aprecia en la imagen. Este ábside es semicircular y está dividido verticalmente en cinco lienzos por medio de cuatro semicolumnas entregadas. En este detalle puede verse el capitel de una de esas semicolumnas adornado por hojas cuyas puntas forman bolas o frutos bulbosos, con cimacio integrado en el alero formado por molduras lisas entre las que destaca una escocia. Los canecillos son troncopiramidales invertidos.
La fachada septentrional conserva parte de los muros románicos. La portada se construyó en los últimos años del siglo XVIII ocultando la primitiva románica que no se destruyó y que aún puede verse por la parte interior de la moderna. Son románicos asimismo los arcosolios que aparecen en el tramo tercero bajo un arco de descarga y la ventana cegada que se aprecia sobre ellos (verlo en este detalle). Por encima de su arco se alinean varios canecillos de los que sólo quedan vestigios y que marcan la línea del alero original.
La torre conserva parte de su hechura románica. Se sitúa a los pies de la nave de la derecha, es decir, en el ángulo suroeste, y se accede a ella por una escalera de caracol como puede observarse en la planta. En vertical se divide en tres tramos, de los que los dos inferiores son originales, si bien el primero está revestido en sillería para engrosar el espesor de sus muros, lo que se hizo en época posterior, mientras que el superior que alberga las campanas es de época moderna. En la fachada occidental perdura todavía una ventana románica (verla en detalle aquí) que queda por encima de la portada del siglo XVIII. Es de arco apuntado cuyas dos arquivoltas descansan sobre columnillas con capiteles de pencas y volutas.
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