Zamora - San Claudio de Olivares


Localización | El ábside | La portada | El interior

La iglesia de San Claudio de Olivares de Zamora, situada extramuros del primer recinto amurallado en el arrabal de Olivares, debió ser construida en dos fases: a mediados del siglo XII, el ábside, y más tarde, a finales de esa misma centuria, el resto.

Consta de una sola nave encabezada por presbiterio recto y ábside semicircular. La portada se abre en el lienzo sur. El imafronte se prolonga por encima del hastial en una espadaña con hueco campanero. Está ejecutado todo el edificio en sillería de buena hechura y ha sido objeto de diversas restauraciones.

El trazado en planta muestra una irregular geometría de la nave que se aparta de la figura rectangular y pone de manifiesto el giro de la cabecera con respecto a aquélla. Llama la atención la amplitud del presbiterio en la dirección de su eje, lo que da lugar a un doble tramo. En contra de lo habitual la portada se sitúa en el muro norte de la nave.

Localización


Coordenadas UTM (Datum ETRS89 y WGS84)
  • Huso:30T; X=270.024; Y=4.597.670
Cartografía

El ábside


De trazado en hemiciclo, se eleva sobre un podio corrido cuyo escalonamiento viene dividido en cinco tramos por seis pedestales sobre los que debieran alzarse otras tantas columnillas adosadas al liso paramento. De esas columnillas se conserva la del extremo sur del tambor, habiéndose añadido en una de las recientes restauraciones la opuesta del extremo norte. También es original la basa que descansa sobre el segundo pedestal a contar desde el extremo norte. Se abren en el ábside tres estrechas ventanas saeteras restauradas en una de las últimas intervenciones.
La cornisa del ábside se adorna frontalmente con una banda ajedrezada y posee una colección de magníficos canecillos figurativos, más ricos decorativamente que los que soportan los aleros del presbiterio. En la imagen se aprecia la parte superior de la única columnilla auténtica con su fuste octogonal y su deteriorado capitel. La temática de los canecillos es muy variada siendo en su mayoría alusivas a actitudes humanas: lucha, trabajo, cultivo,... Pueden verse en esta galería de imágenes:

La portada


Se abre la portada en el muro norte sobre un arimez poco marcado cubierto por cornisa que soportan diez canecillos. Es de arco de medio punto con cuádruple arquivolta y chambrana. La rosca interior, lisa salvo en la clave, apoya sobre las jambas de la puerta; las otras tres, cuajadas sus dovelas de figuras decorativas, lo hacen sobre columnas acodilladas. Como es fácil apreciar, los fustes de estas columnas son de nueva hechura, al igual que uno de los capiteles; con ello sólo se ha pretendido una réplica de los volúmenes, pues el único fuste que se conservaba, aunque en muy mal estado, antes de la restauración era de estrías retorcidas.
Los capiteles que aún perduran se encuentran muy deteriorados, si bien se adivina una decoración vegetal tanto en las cestas como en los cimacios. En el capitel central son reconocibles algunas hojas de acanto. Lo mismo sucede con los capiteles del lado opuesto, de los que el exterior parece incluir a dos cuadrúpedos con las testas afrontadas.
La arquivolta interior está formada por dovelas sin labrar a excepción de la situada en la clave que representa un «Agnus Dei» de ruda talla enmarcado por un óvalo en el que se conservan restos de pintura añil. La dovela segunda por la izquierda a contar desde la clave contiene una inscripción no muy legible que alude al reinado de Alfonso X y consigna la era 1297 (año 1259). No parece que esta fecha, entrada ya en la segunda mitad del siglo XIII, sea la de la construcción de la portada que hubo de ejecutarse mucho antes.
La segunda arquivolta cuenta con catorce dovelas; de ellas, los dos salmeres representan sendos leones, y las doce restantes escenas cotidianas estacionales propias de cada uno de los meses del año. Componen, pues, un calendario escenificado de los que el arte románico ha dejado numerosas muestras. A pesar de lo deterioradas que se encuentran la mayor parte de las figuras es posible reconocer algunas de las alegorías que se describen en el dovelaje y que deben ser leídas de derecha a izquierda para secuenciar los meses de enero a diciembre. Se detallan en la galería de imágenes que se acompaña.

La tercera arquivolta repite en todas sus dovelas el mismo motivo decorativo: grandes hojas de mucho relieve que se desarrollan simétricamente sobre una palmeta central. Por la parte inferior corre una cenefa de hojitas que se curvan en forma casi circular.
En las veinte dovelas de la cuarta arquivolta, la exterior, se presenta una colección de animales reales y quiméricos: leones, aves, cuadrúpedos felinos, arpías, serpientes,... Entre todos ellos una sola figura humana que aparenta estar haciendo bailar a un oso erguido. Pueden verse en esta galería de imágenes:

La chambrana que circunda la portada se adorna con una sucesión de palmetas de tamaño alternante.
El tejaroz que remata el arimez de la portada descansa sobre diez canecillos esculpidos con cabezas humanas, algunas de ellas en mal estado o desaparecidas.

El interior


La nave se cubre hoy con armaduras de madera a doble vertiente, fruto de una restauración de hacia 1980. En origen lo hacía con bóveda de cañón que sucumbió ante la inestabilidad de los muros sustentantes, principalmente del meridional próximo al cauce del Duero. Lo mismo le sucedió a la primitiva bóveda de la cabecera; el medio cañón del presbiterio y el horno del ábside actuales datan de 1910. Es patente el giro hacia el exterior del muro sur del presbiterio que ha producido una escarpa no corregida pero sí neutralizada por el muro frontal que actúa de contrafuerte y que presenta una plano de forma acusadamente trapezoidal.

El presbiterio es de una notable longitud, por lo que se encuentra organizado en dos tramos definidos por el arco triunfal en la embocadura, un fajón de medio punto en el centro descargando sobre ménsulas y otro en el plano de inicio del hemiciclo absidal que apoya sobre el recrecido del muro.

Posee el ábside tres ventanas de aspillera con derrame interior y abocinamiento liso. Por todo adorno luce dos impostas de triple fila de billetes que lo recorren en todo su perímetro: una bajo las ventanas; la otra por encima de ellas como prolongación de los cimacios de los capiteles y ménsulas de los lienzos laterales.
Ambos paramentos interiores del presbiterio presentan sendas arquerías de dos arcos de medio punto adornando sus zócalos. En el centro apoyan los arcos sobre columna de doble fuste y en los extremos en columnas acodilladas de fuste simple. La imposta superior del ábside se extiende por los lienzos del presbiterio marcando la línea de arranque de la bóveda y sirviendo de base de apoyo de los fajones.
En el lado derecho, bajo el primer arco, se abrió un arcosolio apuntado aprovechando el mayor espesor del muro; por lo demás, la configuración de la arquería es idéntica a la del lado opuesto. Aquí se aprecia la molduración de las basas que entre dos anillos tóricos de pequeño espesor intercalan una exageradamente alta escotadura.
Los capiteles del arco triunfal, al igual que los restantes de las arquerías ciegas, son de un gran valor escultórico y se han conservado de forma impecable. Representa éste de la izquierda dos grifos afrontados que hunden sus picos en una copa que sujetan con una de sus extremidades anteriores. Les envuelven grandes hojas de acanto que forman con sus caulículos marcadas volutas. Centrada en la parte superior de la cara mayor se encuentra una cabeza deforme que parece morder una de sus manos. En la cara lateral izquierda aparece un personajillo sentado con un pequeño disco en su mano. La cara derecha se llena con una enorme hoja de acanto rematada en una poma y con volutas. El cimacio, de hojas y tallos anillados, no sigue el motivo ornamental de la imposta.
El capitel del extremo derecho del arco triunfal muestra en sus dos caras laterales idéntica representación: un águila erguida y con las alas a medio desplegar entre volutas. Ocupa la cara mayor la tan repetida escena de Sansón desquijarando al león al que atrapa entre sus piernas. Luce el hercúleo juez de Israel la característica melena en la que radicaba su fuerza. El cimacio de este capitel es idéntico al de su pareja en el arco.
El arco fajón intermedio del presbiterio voltea sobre dos ménsulas con motivos escultóricos similares: un personaje sentado, vestido con túnica bajo la que asoman los pies, cabello peinado con raya central, soportando sobre sus hombros la carga que trasmite el arco. El de la izquierda adopta una actitud pensativa, mientras que el de la otra ménsula muestra un gesto propio de un atlante que en este caso tiene las manos invertidas a tenor de la posición de los dedos.
El capitel más próximo a la nave del lado norte tiene como motivo principal una cabeza animalesca que por sus ojos, orejas y bigotes denota rasgos felinos, de cuya boca brotan sarmientos con racimos de uvas y piñas que se extienden por la otra cara de la cesta en la que se despliega una vid cuajda de racimos. Un ave los picotea en la parte superior central. Su cimacio es jaqueado con tres filas de tacos.
El capitel central del lado norte reposa sobre columna de doble fuste. No forma una pieza única sino que es el resultado de la unión de dos capiteles adosados. El primero, el orientado hacia la nave, contiene dos arpías de alas desplegadas y vistoso plumaje que se afianzan sobre el astrágalo con sus garras de ave rapaz. Se completa la escena con grandes volutas. El otro capitel, el que mira hacia el ábside, exhibe una pareja de leones afrontados en la arista que, como es habitual en este tipo de representaciones, pasan su larga cola entre las patas traseras para elevarla luego por encima del lomo. En la parte superior, sobre cada león, una cabeza de aspecto canino. En esta imagen frontal se aprecian las caras adyacentes de ambos capiteles. El cimacio está decorado por tallos y hojas carnosas.
El tercer capitel del lado norte está compuesto por grandes hojas de acanto de cuyos extremos cuelgan frutos en forma de calabaza con caulículos que dan lugar a gruesas volutas. Emergen en el centro de ambas caras dos figuras: un busto femenino en la que mira a la nave y una cabeza de simio en la frontal. El cimacio es de roleos y flores de lis.
De los tres capiteles del lado sur, el situado junto al arco triunfal se adorna con motivos vegetales: hojas con pomas colgantes de sus extremos y caulículos en un orden superior. El cimacio es de tallos que se curvan formando círculos en cuyo interior se encierran hojas pentalobuladas.
Este capitel central del lado sur es sin duda el de mayor calidad artística y escultórica, además de gozar de un magnífico estado de conservación. Es de una sola pieza con doble collarino. En la cara frontal dos centauros se enfrentan en combate: el uno, barbado y tocado con bonete, utiliza un arco cuya flecha está disparando contra su oponente; el otro, barbilampiño y melenudo, blande una lanza con su mano izquierda. En la cara occidental aparece una sirena de larga cabellera que sujeta su cola de pez con la mano derecha. La vista de este capitel desde el otro ángulo nos muestra un ser quimérico alado y dotado asimismo de brazos, con cola de dragón, busto humano y cabeza barbada y tocada con un capirote. El cimacio se adorna con tallos ondulados y flores de lis.
Capitel más próximo al ábside del lado sur. Sencillo ornato a base de grandes hojas estriadas y pomas en las puntas. Lo más curioso es el cimacio en el que una serie de aros entrelazados encierran figuritas de aves y humanas.
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